El Chorrón

El Chorrón.

Ruta Senderista en Villamayor. Concejo de Piloña.

Dificultar media. Desnivel. 300 metros.

Longitud 8.6 kilómetros (ida y vuelta).

Tiempo total estimado (sin paradas),  2.45 h.

Tramos.

Villamayor – Chorrón. 3 km.

Chorrón – Aldea La Cueva.  1.3 km.

Una ruta sencilla con recompensa. La cascada de El Chorrón. Un vergel de vegetación en medio del bosque.

Para llegar a Villamayor desde Romillo basta con tomar la N-634 en Ozanes y continuar dirección Oviedo. En 12 kilómetros llegaremos a nuestro punto de partida.

La ruta  comienza en Villamayor, concretamente en el Barrio de La Carúa. A la altura de la Iglesia de Villamayor, debemos girar a la derecha hasta llegar a la Plaza del Monasterio donde frente a un cartel explicativo podemos aparcar y comenzar nuestra ruta.

Después de pasar La Carúa llegamos a un cruce donde encontramos el GR-109 (Camín de Covadonga). Debemos obviar esta ruta y seguir de frente junto al Río Pequeño o de La Cueva, el cual tendremos de compañero hasta llegar a la cascada de El Chorrón.

Transitamos por terreno boscoso por un camino sin pérdida. En dos ocasiones cruzaremos el río utilizando dos modernos aunque adaptados puentes de madera con escaleras. Así unos metros más adelante llegaremos al Área Recreativa de Villamayor. Un espacio abierto con encanto, con un atractivo especial, una Corra o Cuerría en todo su esplendor. Las Cuerrías eran construcciones circulares en mampostería que se usaban para secar los oricios de las castañas y proteger los panales de miel de los osos y otros animales.

Dejamos atrás el Área Recreativa, atravesamos un último puente de piedra, este más antiguo y pintoresco y continuamos el camino, ahora con cierta elevación, sin pérdida hasta la Cascada de El Chorrón.

Ojo porque para llegar tenemos que desviarnos a la izquierda en el primer desvío que encontramos. Este estrecho sendero nos encamina por un terreno frondoso y cerrado hasta la El Chorrón. En todo caso si nos pasáramos este desvío, continuando de frente llegaríamos a un cruce que a la derecha señala (Senda El Chorrrón – Collada La Doca), en este punto debemos seguir por nuestra izquierda hasta una caseta (captación de aguas) sobre la Cascada y desde aquí bajar con sumo cuidado por lo resbaladizo del terreno hasta la propia cascada.

La Cascada es un trozo del Paraíso Asturiano. Un auténtico refugio de la naturaleza. Todo es verde y frondoso con el fondo blanco del torrente vertiendo sobre una poza natural que en la época estival invita al baño. Otro de esos sitios de cuento donde, con toda seguridad,habitan algunos de los seres mitológicos asturianos.

Si aún nos quedan ganas de seguir disfrutando del paisaje espléndido que la ruta nos ofrece podemos continuar hasta la Aldea Perdida o mejor dicho abandonada de La Cueva.

Para ello debemos subir por la senda anteriormente mencionada (El Chorrón – La Doca) por encima de las foces del río La Cueva. Aquí si encontramos desnivel. Aunque el esfuerzo merece la pena por las vistas que se alcanzan sobre el entorno de la Sierra de Caoneyu.

Después de unos 300 metros alcanzamos un desvío con un letrero que señala a la derecha Sabornín, debemos continuar de frente con nuestro ascenso. En algo más de 1 kilómetro y después de un último trayecto que discurre entre un bosque relicto de roble y castaño alcanzaremos nuestro objetivo, la Aldea de La Cueva. Hoy totalmente derruida, donde las piedras, de lo que otrora fueran casas, se mezclan con los troncos y las raíces de los árboles. Por encima de estas casas derruidas, que son vestigio de otros tiempos se esconde la boca de la caverna que dio nombre al pueblo. Una oquedad húmeda y bella al contraluz.

Después de admirar y disfrutar de este mágico entorno y de algún ejemplar majestuoso de roble regresamos sobre nuestros pasos.

Una vez en Villamayor podemos detenernos a visitar el Barrio del Valledal, y en él La Casa de Pastrana un hermoso ejemplo de arquitectura rural, donde  destaca su corredor de madera tallada. En su fachada principal se encuentra el llamado “Ídolo de Oculatio”. Éste fue colocado en el año 1865 y se trata de un canto rodado (piedra de río) con una inscripción de carácter funerario de la época romana encontrado a orillas del Río Piloña.

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